Colocación de un balón de oclusión ureteral para el tratamiento de la fístula urinaria posterior a trasplante renal. Reporte de un caso
DOI:
https://doi.org/10.48193/revistamexicanadeurologa.v78i4.95Abstract
ANTECEDENTES: La incidencia de fístula urinaria posterior a un trasplante renal varía de 1.2-8.9%; esta complicación se ha relacionado con necrosis isquémica del uréter. Se recomienda la aplicación de un catéter doble J para disminuir su incidencia.
CASO CLÍNICO: Paciente femenina de 42 años que recibió trasplante renal de donador cadavérico, con reimplante ureterovesical mediante la técnica Lich-Gregoir para anastomosis. Catorce días después del procedimiento inició con salida espontánea de orina por el sitio donde se localizaba el drenaje quirúrgico. El tratamiento inicial consistió en derivación vesical durante cuatro semanas, sin mejoría del cuadro clínico, por lo que se decidió la colocación de un balón de oclusión de 34 Fr x 65 cm (Boston Occluder®) junto al catéter vesical, además de nefrostomía percutánea. Se logró disminuir el gasto urinario después de una semana y en la tercera se realizó pielografía anterógrada sin evidencia de fuga urinaria; se le retiró el balón de oclusión y se colocó un catéter doble J, con permanencia del catéter de nefrostomía pinzado y la derivación vesical por catéter transuretral. A seis semanas del procedimiento se retiró el catéter ureteral. Luego de 12 meses de seguimiento se observó el cierre completo de la fístula, los volúmenes urinarios y las concentraciones de azoados se encontraron dentro de los parámetros normales, y no se evidenciaron datos de afectación del injerto renal.
CONCLUSIONES: La colocación de un balón de oclusión ureteral, además de nefrostomía, representa una nueva alternativa para tratar pacientes con fístula proximal de alto volumen.
PALABRAS CLAVE: Balón de oclusión; fístula urinaria; trasplante renal; tratamiento endoscópico.